¿QUÉ ES SER LESBIANA?



por Brus Leguás C.

Una conversación con Roxana López, de Afirmación Tucumán, Argentina.

Fue hace mucho tiempo cuando aprendí que lesbiana es una mujer que está por placer con otra mujer. Después entendí que podía ser por afecto, amor, sexo, etc. Con el tiempo, comprendí que decirles lesbianas, es además, un hecho político de visibilidad a las mujeres en un mundo patriarcal, muy diferente que decirles homosexuales femeninas. La palabra homosexual, en la actualidad, está en el imaginario colectivo como gay-hombre, y lo de femenino se volvería un adjetivo arbitrario. Pero, las lesbianas pueden ser, igualmente, a pesar de lo anterior, identificadas como mujeres homosexuales o mujeres gays. Es cuestión de preferencias. Y de cultura también.
Bueno, el asunto es que llamado a no quedarme en lo meramente genérico, ha surgido la necesidad de hablar un poco acerca de qué es ser lesbiana. Obviamente yo no puedo decirlo de primera fuente, tengo que averiguar, preguntar, investigar, y llegar a una comprensión que quizá no sea académica pero que sí responda a las necesidades de información de las personas y, mejor aún, a la realidad cotidiana, esa que va más allá de las clasificaciones, de las definiciones y de las catalogaciones y de los encasillamientos a que estamos acostumbrados.
Entre conversaciones en distintos lugares, me di cuenta de que hay mujeres lesbianas que nunca han adherido a la definición de que lesbiana es una mujer que ama a otra mujer. Muchas mujeres, ahora, entienden la lesbianidad como una categoría política y no como una circunstancia amatoria / amorosa / ¿coyuntural?... ¿Si no ama, no es? ¿Y si no es amada, vuelve a la norma heterosexual?
Más adelante, en mi caminata por la vida, y a fuerza de monsergas, discursos, declaraciones de principios y muchas otras cosas, entre libros y líderes espirituales, me di cuenta que ser lesbiana era ser anormal, puesto que no seguía la norma establecida social y culturalmente que se les había asignado al nacer. Las lesbianas se rebelan a la heteronorma y eligen ser parte de una disidencia sexual. Hay muchas que eligen esa herramienta para correrse del casillero otorgado, no se conforman con “derechos iguales” ya que eso implicaría la continuidad de una sociedad a la que pretenden cambiar, siendo radicales, buscando transformar esta sociedad desde la raíz.
Desde esta visión fuera del cuadradito normativo y con la libertad que también me otorga la indispensable herramienta de la rebeldía, tuve la posibilidad de seguir observando a través de conductas que se oponen a las reglas estrictas del sistema opresor y ordenador.
La idea de muchas mujeres lesbianas es revisar y (re)crear formas de vida que las lleven a vivir en armonía con sus cuerpos, placeres, deseos, amores, reinventando sus propios códigos. Sin propiedad privada de cuerpos ni deseos instituidos. Ser una amante en libertad no implica, necesariamente, estar todos los días con alguien diferente, es revolucionar prácticas y formas; es reapropiarse de sus cuerpos; es estar en permanente comunicación consigo mismas. También con sus fantasías y necesidades.
Mientras desarrollan sus actividades cotidianas, miran a la gente, se miran, observan las ropas, posturas, abrazos y notan que su deseo no siempre condice con su género. Si bien algunas siempre saben que no son ni desean ser “femeninas”, sino feministas, porque también se entiende que el ser mujer no es sinónimo de femenina. Los géneros son muchos, variables, nómades. Imagino que si consiguiéramos romperlos, caerían un montón de pedacitos y así se desintegrarían. Finalmente acabaríamos con el binomio hegemónico de la masculinidad versus la femineidad, y entonces, podríamos abrir la puerta e invitar a entrar a tantas variedades intermedias e inimaginables hasta ahora.
El mismo rompimiento podríamos hacerlo respecto a las sexualidades.
Una amiga, o mejor dicho, una conocida cercana, me dijo que un día, al doblar la esquina, en una callecita se encontró con un libro abierto de la Beauvoir, “mujer no se nace, se hace”. La leyó y siguió caminando, manos en los bolsillos, y pensando lo que una mujer representa en esta sociedad: casa-miento heterosexual y monogámico, unido al ser dueña de casa para siempre, la procreación del llanto obligatorio, hacerle la comida al marido, plancharle sus camisas y pantalones, levantarle la toalla mojada del piso, sin mencionar la obligatoriedad del aburrido sexo del entra y sale compulsivo, aparte de que hoy en día también debería trabajar fuera de casa (lo que ella considera lo mejor de todo). Annabella me contaba que un día, caminando junto a la playa, en un hermoso atardecer de verano, mientras se preguntaba dubitativa y cabizbaja si ponía piedras en sus bolsillos y entraba lentamente al agua, como al estilo de Alfonsina, vio venir un objeto no identificado hacia ella. ¡Finalmente resultó ser una botella con un papel adentro! ¡Traía un mensaje! “Las lesbianas no somos mujeres. Monique Wittig”. Ahhh niña, que por ti suspiro…
Uno de los últimos descubrimientos, es que hay lesbianas que están, a veces, con varones y siguen siendo lesbianas. Bueno, pero eso no es ningún descubrimiento, ellas siempre lo han sabido. Nosotros también.
Seguramente, el ser lesbiana es todo un mundo, mejor dicho, un universo, que para muchos y muchas resulta ignoto e ininteligible, pero es la realidad que viven a diario miles y miles de mujeres de este país y de todos los países, que se saben diferentes, que anhelan los mismos derechos que las demás personas, ni uno más, ni uno menos. Y son mujeres tan completas y normales como todas las mujeres, con las mismas capacidades, con sueños, deseos, anhelos y motivaciones, personas normales que tienen la misma dignidad que las demás mujeres y que los hombres, por el solo hecho de ser personas.
Después de observar el maravilloso fin de tarde sobre las colinas que limitan el valle de Quilpué por el poniente, vuelvo al comienzo, ¿qué es ser lesbiana?
Entonces, hablé con Roxana. Ella es una mujer que tiene una gran entereza, que tiene un testimonio del Evangelio, de sí misma y de su experiencia en la vida. Y esto es lo que ella dice de sí misma:

¿Qué es ser lesbiana? Parece ser una pregunta sencilla que amerita una respuesta sencilla pero no es así. Podría responder que ser lesbiana es simplemente hacer referencia a una mujer que ama a otra mujer. No obstante no es correcto. Esto es solo aquello que se observa de manera superficial. Entonces... ¿Qué es ser lesbiana? Creo que para responder esta pregunta hay otra anterior y mucho más profunda, ¿Quién es lesbiana? Pues bien, si partimos de la primera respuesta; es decir es una mujer que ama a otra mujer, nos encontramos con el concepto fundamental: dicho concepto es el ser mujer. Hasta este momento nos encontramos con que una lesbiana es una mujer. En este punto surgen otras dudas. En primer término ¿Todas las mujeres son lesbianas o potencialmente pueden llegar a serlo? Por supuesto que no. ¿Tan solo cuando una mujer ama a otra es lesbiana? Y respondo: Terminantemente no.
¿Qué es ser lesbiana? Hay lesbianas que viven en silencio, que jamás se atreverán a aceptarse ellas mismas y, mucho menos, abrir su boca para expresar sus sentimientos o ideas. Un temor interno les paraliza aquella parte a la cual rehúsa abrir una puerta en su vida. Por eso ¿Dejan de ser lesbianas? Terminantemente no.
Hay lesbianas que luego de un arduo proceso interno aceptan su sexualidad pero, por decisión propia jamás lo hacen en público. Continúan sus vidas desde el silencio. Por eso ¿Dejan de ser lesbianas? Terminantemente no.
Hay lesbianas que motivadas por el deseo de construir una familia, de tener hijos forman pareja, ya sea dentro del matrimonio o fuera de él, con un hombre. ¿Dejan de ser lesbianas por haber estado al lado de un hombre? Terminantemente no.
¿Dejan de ser lesbianas por tener hijos? Terminantemente no
Hay lesbianas que se dedican al activismo político, luchan por los derechos de la comunidad LGTB, dan la cara. ¿Son ellas las autenticas lesbianas? Terminantemente no
Hay lesbianas para las cuales la consagración religiosa es aquello que da sentido a sus vidas: el servicio al prójimo y a Dios. ¿Dejan de ser ellas lesbianas? Terminantemente no
Entonces… ¿Qué es ser lesbiana?
Ser lesbiana es ser la mujer que aprendió a amarse y valorarse a sí misma como persona y ser humano. Una lesbiana es una mujer que a partir del descubrimiento de la riqueza de su mundo interior, cuestiona en forma permanente roles, mitos, estereotipos de géneros asignados por la cultura a hombres y mujeres. Una lesbiana es una mujer que resiste mandatos que considera injustos o posibles de mejorar. Una lesbiana es una mujer que cree en la igualdad sin distinción de sexos, razas, clase o religión, entre otras cosas, y crea y recrea estrategias para luchar por ella.
¿Que es ser lesbiana? Ser lesbiana es un acto íntimo, no de intimidad. Es una construcción a la cual se accede luego de desconstruir el yo… quedando en la profundidad del ser ¿Quién soy? ¿Qué me gusta? ¿Qué me disgusta? ¿Cómo me siento? Son solo preguntas que componen este dialecto interno. Ser lesbiana es mirarse en el espejo del alma y decirse “soy mujer” me amo, soy valiosa y enfrento el mundo desde mi propia dignidad, caminando con mis pies y fundamentalmente dejando que mis guías sean el corazón, la intuición y la razón.

Quedo con esta impresión de primera fuente, de primera mano también, para seguir aprendiendo de lo que es ser y lo que no es ser una mujer lesbiana en el mundo de hoy.
Pero, en vista de todas las declaraciones de líderes y dirigentes espirituales, ¿puede una lesbiana ser creyente?
A menudo la respuesta es no. Demasiado a menudo, nuestros prejuicios sociales nos llevan a condenarlas de antemano. Pero, ¿cuántos sacerdotes, pastores, rabinos —o como sea que se designe a un líder espiritual en particular— han dicho que el Antiguo Testamento no se refiere en absoluto a la homosexualidad femenina? Y esa es la verdad absoluta y definitiva: en vanos buscamos en el Antiguo Testamento una referencia a mujeres lesbianas, ni por si ni por no.
De hecho, en toda la Biblia se encuentra una sola referencia al lesbianismo, y es en el primer capítulo de la Carta del apóstol Pablo a la iglesia de los Romanos, con referencia a las prácticas religiosas que se consideraban por esos entonces abominables dentro de la Iglesia cristiana, la que en esos tiempos era considerada y tratada como una secta peligrosa y que destruía a la familia y los valores morales de los ciudadanos del Imperio.
De nuevo, el testimonio de Roxana, quien participa activamente en las actividades de Afirmación Tucumán, en San Miguel de Tucumán, República Argentina, viene al caso. Ella es lesbiana, pero también es mormona y, sobre todo, una mujer de fe.

¿Puede una lesbiana ser mormona? Terminantemente si puede.
Mi anillo el que comúnmente conocemos entre los miembros de la iglesia dice HLJ “Haz lo justo”
Mi mano lo luce con dignidad, me he preocupado en hacer las cosas de manera justa, acorde a las enseñanzas del evangelio de Jesucristo, creo en mi Padre celestial, confío en Él. Me he arrodillado muchas veces a orar por mil causas, a pesar de mi orientación sexual no dejo de tener fe. Cristo es la causa de mi vida porque fue el primer hombre que se atrevió a cuestionar y a transgredir cánones y mandatos, porque no eligió a quien curar y bendecir y a quien no, ni tampoco oprimía con aflicciones a quienes le solicitaban sus servicios. Entre sus brazos no hay exclusión sino que todas y todos somos iguales y nos mira con ojos de un padre amoroso y nos bendice cada día, y nadie queda fuera.
Finalmente quisiera dejar una imagen de que es ser mormona y lesbiana: Es sentirme como un árbol, con sus raíces enterradas profundamente en la tierra buena, siendo nutrida por el agua viva de Cristo, con su tronco firme y robusto para hacer frente a los avatares de la vida y las ramas hacia el cosmos, cual brazos que se abren al Dios creador y recibe con amor, alegría y agradecimiento a la diversidad de su creación.
Existen muchas mujeres lesbianas a las cuales les interesa ser un instrumento en las manos de nuestro Padre Celestial, muchas de nosotras nos preparamos para lograr servir de forma eficiente. Y no dudamos en solidarizarnos en causas justas.
Sentarse por un instante en cualquier lugar y conversar con alguien que se siente desesperada o desesperado porque cree que nadie le comprende y encontrar la seguridad de la confianza y expresar que se es lesbiana o gay, trans o bisexual es un inmenso paso a la realidad. Es muy gratificante saber que no estás solo o sola, que quien te escucha no va a echar tela de juicio sobre ti porque también es lesbiana o gay quizás bisexual o transexual y entiende lo que te pasa porque también ha sufrido esas mismas cosas que hoy te suceden a ti... He escuchado de jóvenes que han intentado el suicidio porque sus padres les rechazan o no les escuchan. Otros se abandonan a las drogas o pierden el interés de superarse porque nadie les muestra cuán valiosos son. Somos discriminadxs en muchos lugares y de diferentes formas. Discriminarnos entre nosotrxs sería la cosa más fea de la que jamás quisiera ser parte. He aceptado mi orientación sexual desde muy joven, quizás desde mis 7 años, precoz diría mi obispo, que de hecho sabe de mi orientación, al igual que mi presidente de estaca. A mis 17 conocí la iglesia mormona, me bauticé sabiendo que jamás me casaría con un hombre. Aspiro a tener una pareja estable, o por lo menos lo he intentado. Sé que mis decisiones tienen consecuencias altas, que estoy lista a asumirlas cuando el Señor me llame a Su presencia. De seguro cuando me pregunte si fui feliz, le diré que sí. Actualmente me he enamorado otra vez y cuesta creer que también existamos dentro de las iglesias y hablo de todas las iglesias en general. Algunas somos visibles, otras no tanto y por ultimo existen quienes tienen una doble vida; no las culpo, en todos los lugares no hay personas comprensivas. Somos mujeres que amamos diferente, quizás de forma especial. Reímos, lloramos, sentimos, oramos, tenemos madre, padre, hermanos, sobrinos, amigos, vecinos, sentimos cosquillas, y nos enamoramos de personas de nuestro mismo género. También fui una de esas personas que necesitaba abrir su boca y ser escuchada, no buscaba aprobaciones, quería ser yo…esto siento… esto es lo que me pasa. Mi madre lo sabe, mi familia también. Soy lesbiana, soy mormona, y soy una mujer muy feliz.

Puedes escribir a Roxana sobre esta nota a roxylopez33@hotmail.com o a afirtucuman@hotmail.com.ar.

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